Hoy, Javier Gallego, en
Carne Cruda, el blog del programa del mismo nombre de Radio3 de Radio Nacional de España:
Vivimos en él. Pero él no vive en nosotros. Dormimos dentro de él
pero no nos deja dormir. Es nuestra casa y no nos da casa, nos la quita.
Nos da de comer y nos hace vomitar. Le damos de beber y está siempre
sediento. Se alimenta de nosotros pero nunca está saciado. No nos sacia,
nos atiborra para después exprimirnos hasta la médula. No lo vemos pero
sabemos que existe. Él actúa como si nosotros no existiéramos. Hablamos
de él pero él no habla de nosotros. Si hablamos contra él, nos
enmudece. Estamos en él y él contra nosotros. Nos llaman por eso
antisistema. Pero como dice una pancarta, el sistema es antinosotros. Lo
llaman sistema. Sabían lo que se hacían cuando decidieron ponerle un
nombre que esconde entre sus letras una amenaza: ¡Tema! Tenga miedo del
sistema…
Tema porque el miedo paraliza, el miedo te hace sombra, el miedo te
desaparece. Y cómo se combate el miedo de esas letras temibles. Con más
letras y palabras que desvelan lo que ocultan. Tomo las de Eduardo
Galeano que son letras que no temen a las que teme el sistema. Galeano
el derribanatemas, el escritor que empuja muros con sílabas, nos visita
hoy y por eso recuerdo cómo desviste al sistema para mostrar sus
vergüenzas con estas palabras de “Días y noches de amor y de guerras” y
de “El libro de los abrazos”, en los que desnuda...
“El sistema
Que programa la computadora que alarma al banquero que
alerta al embajador que cena con el general que emplaza al presidente
que intima al ministro que amenaza al director general que grita al jefe
que prepotea al empleado que desprecia al obrero que maltrata a la
mujer que golpea al hijo que patea al perro”.
El sistema en el que…
“Los funcionarios no funcionan.
Los políticos hablan pero no dicen.
Los votantes votan pero no eligen.
Los centros de enseñanza enseñan a ignorar.
Los jueces condenan a las víctimas.
Los militares están en guerra contra sus compatriotas.
Los policías no combaten los crímenes, porque están ocupados en cometerlos.
Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan.
Es más libre el dinero que la gente.
La gente está al servicio de las cosas”.
El sistema que no conoce a nadie y que aplasta a…
“Los nadies… Los nadies que sueñan con salir de pobres, que
algún mágico día llueva pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la
buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana,
ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que
los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten
con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, dueños de nada.
Los nadies: los ninguno, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folclore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata”.
El sistema que tiene este…
“Plan de exterminio: arrasar la hierba, arrancar de raíz la
última plantita todavía viva, regar la tierra con sal. Después, matar la
memoria de la hierba. Para colonizar las conciencias, suprimirlas,
vaciarlas de pasado. Aniquilar todo testimonio de que en la comarca hubo
algo más que silencio, cárceles, tumbas. El sistema que prohíbe
recordar y forma cuadrillas de presos a los que se les obliga a tapar
con pintura blanca las frases de protesta que en otros tiempos cubrían
los muros de la ciudad”.
Pero el sistema no sabe que…
“La lluvia, de tanto golpear, va disolviendo la pintura blanca. Y reaparecen, poquito a poco, las porfiadas palabras”.